El fotoálbum no autorizado de Kirchner
La verdad desnuda del Presidente se revela en las postales que él preferiría borrar del archivo. Por qué las fotos contrastan tanto con el discurso.
Botas. El joven Kirchner posa en plena dictadura junto al general Oscar Guerrero, discípulo de Camps en la Bonaerense.
Viejazo. El Presidente de la "nueva política" con Manolo Quindimil, el histórico intendente de Lanús, de la vieja política.
Pauta. Charla con Daniel Hadad y Cristina en los Estados Unidos. El Gobierno favorece al empresario con publicidad oficial.
La pregunta es necesaria. ¿Quién es Néstor Kirchner? ¿El presidente que demoniza los años ’90 o el ex gobernador que elogiaba a Menem y negociaba la privatización de YPF con el riojano y su ministro Domingo Cavallo? ¿El actual amigo de Hebe de Bonafini y Estela Carlotto, o el joven abogado que pregonaba el diálogo entre las Fuerzas Armadas y las "fuerzas vivas" en plena dictadura militar, y que se sacaba fotos con un general del Proceso hoy escrachado por los organismos de derechos humanos? ¿Es el abanderado de la "nueva política" o el pragmático inconmovible que comparte actos e imágenes con el intendente Manuel Quindimil, el gobernador Carlos Rovira o el doctor Borocotó? ¿Es el que escucha y lee al periodista Horacio Verbitsky o el que engorda con avisos del Estado al empresario Daniel Hadad? ¿El que invita a Hugo Chávez a despotricar contra el Imperio o el que le dice al norteamericano George W. Bush que pierda cuidado porque él es peronista, no de izquierda? ¿Es el que echó a Roberto Lavagna por insinuar que podría existir corrupción en el rubro de la obra pública, o el que se pasea en secreto en Santa Cruz con su amigo Lázaro Báez, el constructor enriquecido en forma increíble durante los últimos tres años? La enumeración puede resulta agotadora, pero apunta a una cuestión central: si Kirchner "es o se hace".
En las postales que acompañan esta nota, que van desde los comienzos políticos del actual Presidente hasta las novedades de estos últimos días, puede verse reflejada la ambigüedad del patagónico, la escisión entre la palabra y los hechos, entre el discurso "progre" y la realpolitik que a menudo guía sus pasos. Conviene detenerse en algunas perlas del álbum no autorizado de Kirchner.
Néstor y el general. La imagen fue tapa de NOTICIAS el 4 de noviembre pasado. Muestra al abogado Néstor, ya enrolado en la ortodoxia del peronismo, posando junto al general Oscar Enrique Guerrero, la máxima autoridad militar en Santa Cruz y ex jefe de la Policía Bonaerense antes comandada por Ramón Camps. Corrían los días de la guerra de las Malvinas y Kirchner era parte de las "fuerzas vivas" de la política proscripta que apoyaban a Guerrero y al Proceso y especulaban con integrar un proyecto cívico-militar, la vieja idea de algunos generales para seducir a los peronistas "rescatables", como los llamaban. La foto provocó escozor en los organismos de derechos humanos, que en su mayoría prefirieron no comentarla en público para seguir del lado del Presidente y su generosidad. La dirigente Tati Almeida incluso le reprochó a esta revista que hubiera publicado la imagen. La escandalizaba eso y no el pasado de Kirchner.
Otra foto que ganó difusión en los últimos tiempos es la que muestra al actual Presidente junto a Carlos Menem. Fue durante una visita del riojano a Santa Cruz, después de que se aprobara la privatización de YPF y la gobernación patagónica negociara con Menem el pago de las regalías petroleras de la Nación a la provincia, los fondos millonarios que Kirchner después depositó en el exterior. En un aviso de la campaña publicitaria de NOTICIAS se veía al santacruceño y al riojano intercambiando elogios empalagosos en un acto de los años ’90, y el propio ex presidente recordó días atrás en un reportaje que le hizo esta revista: "Kirchner dijo que yo era el mejor de todos los tiempos". El entonces gobernador también hacía buenas migas con el ex ministro menemista José Luis Manzano, a quien llamaba sin falta para su cumpleaños.
El borocotazo. Si hay una imagen que tuvo reacción inmediata es la que consiguió el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, para sellar una nueva incorporación al kirchnerismo. Fernández, poco dúctil, llevó al ex macrista Eduardo Lorenzo Borocotó y ordenó a los fotógrafos oficiales que lo inmortalizaran junto al jefe. Según su lógica perversa, era una manera de "mojarles la oreja" a los opositores rendidos ante la caja K, una forma de gritarles el gol en la cara. La postal desnudaba como nunca la compra y venta de voluntades, la apropiación del enemigo de ayer convertido en un trofeo. Fue tan exageradamente burdo que Borocotó quedó estigmatizado ante la sociedad y se transformó en sinónimo de lo peor de la política. Sólo el Presidente lo defendió en público después de eso.
Otro hito del álbum kirchnerista es la foto que hermana en un abrazo al Presidente y al "patotero" del Hospital Francés, Sergio "El Tuto" Muhamad, también del semillero de Alberto Fernández. Fue un accidente: el propio Muhamad consiguió esa toma casera y luego la exhibió en su página no oficial del club Chacarita, del cual aclara que no es barrabrava. ¿Cómo siquiera pensarlo? Tan corpulenta es la figura de Muhamad que el Presidente, un hombre de espaldas anchas y un metro noventa, parece un enano al lado de él.
Si es cierto que una imagen vale más que mil palabras, Kirchner debería empezar a tener más cuidado a la hora de sacarse fotos.
En las postales que acompañan esta nota, que van desde los comienzos políticos del actual Presidente hasta las novedades de estos últimos días, puede verse reflejada la ambigüedad del patagónico, la escisión entre la palabra y los hechos, entre el discurso "progre" y la realpolitik que a menudo guía sus pasos. Conviene detenerse en algunas perlas del álbum no autorizado de Kirchner.
Néstor y el general. La imagen fue tapa de NOTICIAS el 4 de noviembre pasado. Muestra al abogado Néstor, ya enrolado en la ortodoxia del peronismo, posando junto al general Oscar Enrique Guerrero, la máxima autoridad militar en Santa Cruz y ex jefe de la Policía Bonaerense antes comandada por Ramón Camps. Corrían los días de la guerra de las Malvinas y Kirchner era parte de las "fuerzas vivas" de la política proscripta que apoyaban a Guerrero y al Proceso y especulaban con integrar un proyecto cívico-militar, la vieja idea de algunos generales para seducir a los peronistas "rescatables", como los llamaban. La foto provocó escozor en los organismos de derechos humanos, que en su mayoría prefirieron no comentarla en público para seguir del lado del Presidente y su generosidad. La dirigente Tati Almeida incluso le reprochó a esta revista que hubiera publicado la imagen. La escandalizaba eso y no el pasado de Kirchner.
Otra foto que ganó difusión en los últimos tiempos es la que muestra al actual Presidente junto a Carlos Menem. Fue durante una visita del riojano a Santa Cruz, después de que se aprobara la privatización de YPF y la gobernación patagónica negociara con Menem el pago de las regalías petroleras de la Nación a la provincia, los fondos millonarios que Kirchner después depositó en el exterior. En un aviso de la campaña publicitaria de NOTICIAS se veía al santacruceño y al riojano intercambiando elogios empalagosos en un acto de los años ’90, y el propio ex presidente recordó días atrás en un reportaje que le hizo esta revista: "Kirchner dijo que yo era el mejor de todos los tiempos". El entonces gobernador también hacía buenas migas con el ex ministro menemista José Luis Manzano, a quien llamaba sin falta para su cumpleaños.
El borocotazo. Si hay una imagen que tuvo reacción inmediata es la que consiguió el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, para sellar una nueva incorporación al kirchnerismo. Fernández, poco dúctil, llevó al ex macrista Eduardo Lorenzo Borocotó y ordenó a los fotógrafos oficiales que lo inmortalizaran junto al jefe. Según su lógica perversa, era una manera de "mojarles la oreja" a los opositores rendidos ante la caja K, una forma de gritarles el gol en la cara. La postal desnudaba como nunca la compra y venta de voluntades, la apropiación del enemigo de ayer convertido en un trofeo. Fue tan exageradamente burdo que Borocotó quedó estigmatizado ante la sociedad y se transformó en sinónimo de lo peor de la política. Sólo el Presidente lo defendió en público después de eso.
Otro hito del álbum kirchnerista es la foto que hermana en un abrazo al Presidente y al "patotero" del Hospital Francés, Sergio "El Tuto" Muhamad, también del semillero de Alberto Fernández. Fue un accidente: el propio Muhamad consiguió esa toma casera y luego la exhibió en su página no oficial del club Chacarita, del cual aclara que no es barrabrava. ¿Cómo siquiera pensarlo? Tan corpulenta es la figura de Muhamad que el Presidente, un hombre de espaldas anchas y un metro noventa, parece un enano al lado de él.
Si es cierto que una imagen vale más que mil palabras, Kirchner debería empezar a tener más cuidado a la hora de sacarse fotos.
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